ESTILO DE VIDA

Un vino con impronta rosarina

Juan Pablo Araujo, gerente de Bodega Casa Araujo, destaco el desafío de seguir creciendo en un contexto muy competitivo.

Casa Araujo es una bodega impulsada por la pasión de una tradicional familia rosarina que retornando a sus raíces mendocinas, adquierió fincas en la zona de la ex Bodega de Leoncio Arizu en Villa Atuel, en el departamento San Rafael, Mendoza. Siempre con el firme objetivo de producir vinos de calidad, con una impronta local, que se adapten al exigente mercado local e internacional. “El primer objetivo nuestro es hacer un vino que tenga impronta local”, dice Juan Pablo Araujo, gerente de la bodega. Apunta además que el desafio es ir evolucionando en el tiempo, y crecer, en un contexto muy competitivo. Introducir la marca, el producto. En lo que define como “un mar de propuestas”, visualizar las herramientas necesarias para diferenciarse es la meta. La Historia Los primeros Araujo en la región cuyana se instalaron en la zona de llanura del río Mendoza llamada Costa de Araujo. Este Apellido se integra a la región y le da su nombre debido a que inmigrantes españoles de la familia Araujo le compraron al cacique Sahianca esas tierras. Este cacique las había recibido de don José de San Martín en agradecimiento por su colaboración con la gesta Libertadora. Don Carlos Secundino Araujo, abuelo de Carlos Graciano Araujo, vino de Mendoza a Rosario a los 14 años. Huérfano de padre, deja su familia por las nuevas nupcias de su madre y su irrefrenable deseo de buscar nuevos horizontes. Durante décadas se dedicó a la agricultura en la pequeña finca familiar (de explotación intensiva) que compró con sus primeros ahorros en la localidad de Pérez distante a pocos kilómetros de la ciudad de Rosario. En ese lugar se dedicó a la producción de ciruelas y duraznos que se comercializaban en fresco en los mercados locales desde la década del 30, en el siglo pasado. Hoy, uno de sus nietos, Carlos Graciano Araujo, vuelve a las tierras mendocinas a desarrollar un emprendimiento familiar con la esperanza de que en un futuro sus 6 hijos y nietos lo prosigan. Don Carlos, en su búsqueda por retornar a sus raíces, adquiere importantes extensiones de fincas en Villa Atuel (San Rafael), adonde antiguamente se ubicaba la Bodega de Leoncio Arizu y comienza a trabajar en estas tierras con su sobrino, Francisco Araujo –que se instala en la zona–, con su primo ingeniero agrónomo, Oscar Crisci, y los ingenieros Luis Niccia y Martín Danielle. Juntos, desarrollan la plantación y restauración de los antiguos viñedos, casas patronales, galpones y bodegas, para montar un desarrollo familiar destinado a producir vinos, aceites y demás productos regionales que conllevan un alto cuidado y calidad.se han sumado a este proyecto que vino para quedarse con nosotros y apunta a la perdurabilidad a través de sucesivas generaciones.