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Siembras de calidad: recomendaciones de productores de sur a norte

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Siembras de calidad: recomendaciones de productores de sur a norte
Siembras de calidad: recomendaciones de productores de sur a norte

Productores comparten los desafíos que propone cada región y sus estrategias para lograr implantaciones de calidad en cultivos de gruesa.

La campaña de gruesa arranca y cada región enfrenta su propio desafío: veranos secos en el sudoeste bonaerense, ventanas de siembra fugaces en el NOA y la necesidad de sostener cobertura y humedad en el centro del país.
Desde el sur bonaerense hasta Salta, productores cuentan en primera persona cómo planifican la siembra de soja, maíz y girasol para alcanzar una implantación pareja y rendimientos estables.

Lincoln: la lucha contra las bajas temperaturas

Para Jorge Muriel de la Regional Aapresid Lincoln, al Noroeste de Buenos Aires, la clave es anticiparse: “El 80% de los errores surge de improvisar. Para nosotros, la siembra de este año comenzó con la cosecha de la anterior”.

Foto. Jorge Muriel de la Regional Aapresid Lincoln apunta a no improvisar y a esquivar las bajas temperaturas en siembras tempranas.

Destaca que en su zona la humedad suele no ser un problema, pero sí el manejo del rastrojo y las bajas temperaturas en siembras tempranas. “En rotaciones con fina puede haber exceso de rastrojo y eso enfría el suelo; siempre esperamos al menos 10 °C a media mañana durante varios días para asegurar un nacimiento homogéneo”, explica.

Con mucho rastrojo y bajas temperaturas el sembrador tiende a sembrar superficial, cuando en realidad es mejor buscar una profundidad de unos 5 cm donde la temperatura es estable y se logra una emergencia pareja. Muriel insiste además en testear las semillas con frío para asegurarse de que germinen bien en esas condiciones, garantizando la uniformidad del lote y del cultivo.

La otra clave que desliza Muriel es revisar la línea de siembra: discos bien afilados y un buen contacto semilla-suelo son esenciales para que la germinación sea homogénea.

Bahía Blanca: dar batalla a los veranos secos 

En el sudoeste bonaerense, donde el maíz lidera la gruesa, Guillermo Fortunato de la Regional Aapresid Bahía Blanca advierte que “las limitantes aparecen cuando queremos forzar demasiado el sistema: intensificar un cultivo tras otro, demorar el secado de cultivos de cobertura o no retirar los animales a tiempo para hacer un buen barbecho nos pasa factura”.

Foto. Guillermo Fortunato de la Regional Aapresid Bahía Blanca, recomienda no forzar el sistema, bajando densidades y adaptando el manejo por ambiente.

Por eso recomienda evitar densidades de siembra excesivas y mantener un manejo conservador acorde al ambiente. Esa mirada explica el uso de densidades de siembra muy bajas, hasta 12.000 plantas/ha, donde una calibración impecable de la sembradora es vital: cualquier falla queda en evidencia. Además, destaca que “los veranos suelen ser muy secos, por eso la cobertura y un buen barbecho son la base de una buena implantación”.

La siembra se acompaña con una fertilización de arranque bien planificada y con el uso creciente de prescripciones variables para aprovechar la variabilidad de ambientes.

Salta: la pelea contra ventanas de siembra estrechas, presión térmica y sembradoras viejas

En el NOA, el productor de la Regional Aapresid Salta, Rodrigo Saavedra, destaca que la planificación es decisiva para lograr una buena implantación de cultivos de gruesa. “Acá llueve y tenés dos días de ventana; el tercer día sopló el viento y se acabó la humedad”, advierte, por lo que cada campaña exige anticipar decisiones, desde el manejo de preemergentes hasta la logística de insumos. Su recurso infalible cuando la humedad escasea es sembrar maíz más profundo, entre 5 y 7 cm, lo que permite ganar varios días de margen y asegurar el arraigo inicial.

Foto. Ante la falta de humedad, el recurso infalible para la siembra de maíz de Rodrigo Saavedra, de la Regional Aapresid Salta, es la siembra en profundidad.

El rastrojo es otro factor crítico: “si no hay rastrojo no implantás nada con la presión térmica que hay”, afirma, remarcando la necesidad de cuidarlo y mantenerlo para conservar humedad.

A esto se suma un cuello de botella tecnológico: la siembra depende en gran medida de contratistas con sembradoras viejas, donde cualquier falla en profundidad, tapadores o calibración puede arruinar la implantación, sin margen para resembrar. En este contexto, Saavedra insiste en planificar con precisión y en mejorar el parque de maquinaria para enfrentar la ventana de siembra extremadamente corta que caracteriza a la región.

Misma tendencia sigue la adopción de monitores de siembra, el uso de sensores y mapeo de rendimiento, ya comunes en otras regiones, pero que en el NOA avanzan tímidamente y limitados por la falta de sembradoras de dosis variable para el manejo por ambientes.

La tecnología sí llegó para el manejo de malezas resistentes, al menos en los lotes de Saavedra, que incorporó herramientas de control selectivo para especies resistentes.

La fertilización se realiza al voleo con urea, ya que resulta más efectiva y económica que los microgranulados de respuesta incierta.

La tecnología acompaña: La siembra de calidad empieza mucho antes de que la semilla toque el suelo. Planificación, rastrojo bien manejado, calibración precisa y decisiones basadas en diagnóstico son las herramientas más seguras para encarar la gruesa.

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