AGRICULTURA

Resistencia de plagas a los OGM: en manos de las buenas prácticas

Durante el décimo séptimo Encuentro Nacional de Monitoreo y Manejo de Plagas, Enfermedades y Malezas, las resistencias de insectos a cultivos Bt es emergente y en evolución en Argentina. ¿Cómo mitigarlo?

El manejo de las plagas en Argentina plantea el importante desafío de cuidar la tecnología Bt (Bacillus thuringiensis) que confiere a los cultivos de maíz, soja y algodón la resistencia a plagas lepidópteros. Ahora, este evento transgénico está en serios riesgos de perder eficacia. Sin embargo, los agricultores y asesores están a tiempo de revisar prácticas y mitigar la evolución del problema.

Fernando Flores es investigador de INTA Marcos Juárez y docente de la Universidad Católica de Córdoba. Como parte del 17° Encuentro Nacional de Monitoreo y Manejo de Plagas, Enfermedades y Malezas, que realizó en el Hotel Quorum, en la provincia de Córdoba, él fue parte del curso específico “Resistencia de insectos a cultivos genéticamente modificados”.

Flores expuso que los problemas de resistencia de plagas tienen causas multifactoriales. Él se introdujo al problema contando lo que sucedió en Argentina con el primer caso de quiebre de resistencia: el barrenador del tallo (Diatraea saccharalis) en maíces Bt en la provincia de San Luis. Ahora, las alertas se activaron en los cultivos de soja Bt.

“Todo comienza con lo que se conoce como un ‘daño inesperado’, es decir, se hacen identificaciones de daños de una plaga dentro de un cultivo Bt cuyo evento transgénico debería controlar al insecto”, explicó el experto.

Estos perjuicios, agregó, tienen la particularidad de que no se condicen con lo que sucedería en una soja convencional con la misma densidad de plaga.

“Las orugas que sobreviven al evento transgénico siempre tienen un tiempo extra en el que deben detoxificar el consumo de la proteína insecticida”, sostiene. Esto implica que hacen un daño menor al área foliar o dejan una menor descendencia, entre otros atributos afectados por gen Bt.

Para el caso de la soja, los primeros reportes de pérdida de eficacia de la proteína Bt surgieron en el norte argentino, donde esta tecnología se adoptó en un 70% de la superficie.

De acuerdo a Flores, lo que sucedió en el norte del país es un reflejo claro de lo que venía pasando en el sur de Brasil. En el país vecino, los primeros problemas de falta de control del Bt se documentaron a comienzos del año 2020, cuando detectó que oruga medidora (Rachiplusia nu), una plaga no preponderante por sus ataques en la soja brasilera, resistía el evento transgénico. No fue el único problema allí.

En Brasil, luego llegaron los serios problemas con las plagas clave del cultivo: isoca de las leguminosas (Anticarsia gemmatalis) y falsa medidora (Chrysodeixis includens).

Por su parte, el panorama en Argentina es diferente: aquí sí son importantes los problemas con oruga medidora en toda la superficie sojera, mientras que solo en el norte es un problema la falsa medidora.

Ante este contexto que presiona a nivel regional, Flores plantea los desafíos y el abordaje de las principales prácticas de manejo.

“Actualmente, la mitigación del grado de evolución de las resistencias depende de las buenas prácticas de manejo de plagas hasta el momento que surja un nuevo evento transgénico superador, para lo cual aun falta un tiempo”, reconoció.

De esta forma, explica que, en la medida que el grado de resistencia se vaya “purificando”, es decir, que más individuos resistentes se crucen entre sí, el proceso evolutivo se acelera.

Por ello, es fundamental sostener una mínimo población de individuos susceptibles en cada lote, con la práctica de refugios -los refugios no deben recibir tratamiento insecticida- para ir retrasando el proceso evolutivo hacia la resistencia.

Así como en Argentina no existen barreras naturales (cerros, montañas o montes) que bloqueen el avance de las plagas de norte a sur o de oeste a este, tampoco las hay entre Brasil y Argentina. “Por tanto, hay que está muy pendientes de lo que sucede por fuera de las fronteras argentinas”, advirtió Flores.

El experto también alerta que hay que pensar más allá de la soja, el maíz o el algodón Bt. “La oruga medidora es una plaga que la soja comparte con el girasol. La adquisición de la resistencia por parte de este insecto puede complicar el manejo insecticida en este cultivo. Se requerirá de más producto para su control en el girasol, si progresa el problema”, reconoció.

“Los cultivos OGM son una herramienta más en el control de insectos que ofrece una solución: los riesgos deben entenderse y también preservala como alternativa de manejo”, reflexionó el investigador.