Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos generan el 80% del maíz de la Argentina, por cuyas retenciones aportan unos 1.500 millones de dólares a la Nación. Cómo es la cadena de valor del cereal en cada provincia y cómo hacen para afianzarla desde el Estado, con buenas prácticas agrícolas, innovación tecnológica y financiamiento, fueron los ejes del panel “Políticas de Estado para la bioeconomía” del Congreso Maizar 2022, del que participaron Javier Rodríguez, ministro de Desarrollo Agrario de Buenos Aires; Sergio Busso, ministro de Agricultura de Córdoba; Daniel Costamagna, ministro de Producción, Ciencia y Tecnología de Santa Fe, y Juan José Bahillo, ministro de Producción, Turismo y Desarrollo Económico de Entre Ríos, moderados por Pedro Vigneau, presidente de Maizar, y Luis Zubizarreta, presidente de Acsoja.
De acuerdo con el ministro bonaerense Javier Rodríguez, el maíz es el cultivo que muestra el mayor crecimiento en superficie en la provincia de Buenos Aires, si se lo compara con el conjunto de la canasta agrícola que conforman el trigo, la soja, el girasol, el sorgo y la cebada. “En los 12 años que van de 2003 a 2015, la superficie agrícola en la provincia de Buenos Aires creció a un ritmo de 3%, con sus altibajos y particularidades; entre 2015 y 2019, se mantuvo estancada, mientras que en las últimas dos campañas se retomó el crecimiento 4% anual”, dijo Rodríguez. Sin embargo, dijo que el maíz exhibe un crecimiento de prácticamente el doble, a una tasa mayor del 8% anual.
“Tenemos el desafío de qué hacemos con el maíz. El objetivo es agregarle valor, entendiendo por ello los diferentes destinos y usos”, sostuvo el ministro bonaerense. Dentro de estas opciones, incluyó la ganadería (producción de leche, bovinos, porcinos y aves), la molienda seca y húmeda, y la producción de semilla, y destacó que el tambo es un eslabón clave para el maíz en el territorio bonaerense, no sólo para procesar el cereal sino también porque permite que los efluentes generen energía y se sumen a un modelo circular.
Además de la conversión en proteína animal, la molienda húmeda y seca creció en los últimos dos años 6% anual, es decir, dos puntos porcentuales menos que la superficie: “Por eso tenemos este desafío de industrializar más y generar más círculos virtuosos”, reconoció Rodríguez. Para estimular la bioeconomía, señaló, el gobierno bonaerense apela al financiamiento a tasa subsidiada para la instalación de biodigestores, la innovación tecnológica para el desarrollo de nuevos materiales genéticos y el plan de buenas prácticas agrícolas.
En Entre Ríos, en cambio, el maíz es sinónimo de avicultura. “No sé si nos falta maíz o nos sobran pollos”, bromeó el ministro entrerriano Juan José Bahillo. La demanda provincial de maíz está constituida por un 66% que se convierte en proteína animal, en especial pollo; un 30% que se exporta y un 3% que se destina a molienda seca.
La avicultura es la economía regional dominante en la provincia: el sector genera 22.000 puestos de trabajo, en 2.600 granjas, con 7.000 galpones en producción. “Producimos el 50% de los pollos del país y faenanos el 51% del volumen nacional, con el 18% de las plantas faenadoras, que generan el 70% de la exportación avícola del país”, dimensionó Bahillo.
En la edición 2020 del Congreso Maizar, el ministro había sostenido que la provincia iba camino al autoabastecimiento de maíz, para una demanda de 2,7 millones toneladas para proteína animal, y 150.000 toneladas de molienda húmeda y seca. En total: 2,8 millones de toneladas. “Hace dos años estábamos en 400.000 hectáreas sembradas y necesitábamos 100.000 más: con un rinde de 5,5 toneladas por hectárea íbamos a alcanzar el volumen para autoabastecernos”, recordó. Sin embargo, pese a que en la última campaña el área maicera entrerriana llegó a 509.000 hectáreas, la sequía impidió llegar al autoabastecimiento, con una caída de casi 40% en los rendimientos.
De acuerdo con el funcionario, Entre Ríos está llevando a cabo medidas para incrementar el área sembrada (casi el 80% de los productores siembra menos de 200 hectáreas de maíz) y la industrialización del grano en origen, en especial a través de la producción avícola. “Tenemos financiamiento a través del banco, que es agente financiero de la provincia, con un subsidio de 14 puntos para la reconversión de galpones avícolas. De los 6.600 galpones, 33% tiene toda la tecnología, con automatización y climatización, con una inversión de 250.000 dólares; un tercio está lejos de la tecnología y requiere de ayuda para reconvertirse, y otro tercio, con 60.000 a 70.000 dólares, puede incorporar tecnología y reconvertirse”, precisó el ministro.
“Considero que nuestra región tiene una oportunidad histórica con el maíz”, aseguró Daniel Costamanga, que además de ministro en Santa Fe es productor. “La Argentina está lejos de los mercados internacionales, por lo que la eficiencia del productor tranqueras adentro se debe quedar en valor agregado. Santa Fe está al tope de la producción de leche, de carne y de maquinaria agrícola, con lo cual la transformación de los cereales es clave”, opinó, con el deseo de que los puertos del Gran Rosario sean la puerta de salida de más alimentos y no de tantos granos.
“Hay una cadena que va desde el suelo hasta el grano y que hay que cuidar. Debemos tener en cuenta que el suelo es prestado y hay que devolverlo en las mejores condiciones; por eso, el maíz es clave. Hay que devolverle al suelo la estructura química para que los barcos no se lleven en los granos la fertilidad de nuestros suelos”, razonó. Para Costamagna, en Santa Fe no hay dudas de que la bioeconomía y el maíz son sinónimo de arraigo, empleo, valor agregado y sustentabilidad. “El crecimiento debe ser equilibrado, por eso, a más de 400 kilómetros de los puertos, el maíz se debe transformar”, indicó.
El funcionario se mostró satisfecho por la decisión del gobierno nacional de elevar el corte del biodiésel, que había sido reducido el año pasado: “Costó, pero llegó; el aumento del corte obligatorio para el biodiesel implica poner al tope la capacidad instalada de nuestras plantas, que concentran el 80% de la producción nacional”, destacó.
En cuanto al financiamiento, el mayor aporte de Santa Fe en el último año, que superó los 20.000 millones de pesos, fue para acompañar el desarrollo de equipamiento en la producción de alimentos, comentó.
A juicio de Costamagna, gran parte de los problemas estructurales de la Argentina podrían solucionarse de la mano del maíz, trabajando y generando desarrollo en el interior productivo. “El maíz debe estar por encima de cualquier condicionante político”, aseguró.
“Estamos todos de acuerdo en cuál es el camino, pero la falta de confianza condiciona su realización”, dijo el ministro cordobés, Sergio Busso. “Considero que no se pueden generar políticas públicas cuando se desconoce la realidad productiva del país”, advirtió.
De acuerdo con Busso, si bien para Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba y Santa Fe el maíz es importante, lo más estratégico es lo que pueden hacer las cuatro provincias para desarrollarlo, ya que en conjunto representan el 80% de la producción nacional. “Desde las provincias tenemos la visión de que, más allá de las diferencias políticas, se puede diseñar una estrategia para una producción sustentable en el tiempo. Las cuatro provincias sufrimos las consecuencias del cambio climático y el productor sabe que no se puede producir de cualquier manera”, indicó.
En esa línea, Busso dijo que es necesario dar una señal al productor agrícola eliminando las retenciones al maíz de manera gradual y transformando el aporte en más impuesto a las Ganancias. El 12% de retenciones que van a aportar los productores de maíz de las cuatro provincias equivale a 1.500 millones de dólares, advirtió. Por eso, eliminarlas “es el mejor incentivo, sería una señal fuerte para devolverle la confianza al productor”, insistió. De lo contrario, en la actual campaña, “va a haber productores que, aun perdiendo plata con el maíz debido a la sequía, van a tener que pagar retenciones”, concluyó.