Comenzaron a volar todos los cultivos y eso disparó una serie de mejoras que llevaron, incluso, a que el contratista de siembra cambiara la máquina. La calidad aporta recompensas.
Matías Rodríguez hace diez años que está a cargo de producción y logística en Arraiz S.A., una firma que siembra unas 3.500 hectáreas en los alrededores de Venado Tuerto, Santa Fe. “Llegamos a un techo productivo. Nos habíamos estancado en los rendimientos y queríamos dar un salto. Recurrimos al vuelo con drones para ver qué pasaba y nos dimos cuenta que una de nuestras principales debilidades estaba en la calidad de siembra. Comenzamos a trabajar junto al equipo de DroneScope.ag y su plataforma, y ya llevamos dos años de mejoras continuas”, relata Rodríguez. Pero lo interesante no es solo la mejora productiva que lograron en Arraiz sino ver cómo una variable de ajuste como la calidad de siembra detectada a partir de un simple vuelo de dron, desató una ola de mejoras en los prestadores de servicios con los que la empresa trabaja. La firma terceriza todas las labores de maquinaria agrícola principalmente en dos proveedores estables. Uno lleva 18 y el otro 10 años trabajando en estos campos. “Nosotros ponemos objetivos a cada contratista. Si los cumple, la tarifa de su servicio va aumentando. Es un proceso de mejora continua”, dice Rodríguez y cita que del 85% para arriba en coberturas de surco comienza a subir escalonadamente la tarifa de los servicios. Este estímulo a la calidad hizo que uno de los prestadores decidiera renovar su equipo de siembra. El responsable de producción describe que la calidad de siembra del trigo y la soja se mide evaluando el nivel de cobertura del surco y los fallos de siembra, en el caso del maíz y el girasol se realiza el conteo de planta y la distribución espacial. Estas mediciones se hacen con el vuelo de drones y se analizan con la plataforma de DroneScope.ag. “Es la única forma de tener un diagnóstico de todo el lote. Todo lo demás ofrece miradas parciales”, analiza y detalla que evalúan la calidad de siembra en nacimiento y emergencia del cultivo, y miden índice verde. Desde la campaña pasada se vuelan todos los cultivos: trigo, soja y maíz. Hace poco volaron las 1.200 hectáreas de trigo. Los principales parámetros que definen la calidad de siembra son el número de plantas por hectárea y su variación respecto de lo esperado, los distanciamientos entre plantas en la línea de siembra y la profundidad. Según DroneScope.ag, aumentar 10 puntos la cobertura de surco, de 72% a 82%, implica sumar 250 kg/ha al rinde de un trigo de 3.500 kg/ha. En el caso del maíz, estudios de INTA indican que la desuniformidad puede disminuir los rendimientos de maíces de alta producción un 17%, o que por cada centímetro de Desvío Estándar (DE) superior a los 5 cm, el rendimiento disminuye 62 kg/ha. “Los vuelos se hacen entre los 30 y 60 días de la fecha de siembra. Año a año venimos mejorando entre un 3% y 5% en la cobertura de surcos. Empezamos a hacer trigo sobre rastrojo de maíz. Cuando comenzamos a evaluar, estábamos en el 70% y hoy ya estamos en el 85%”, cita Rodríguez. “Hace dos años empezamos a sembrar el maíz a 42 y con esto de ajustar el distanciamiento entre plantas y el temporal hemos notado una mejor distribución de las plantas en el lote. Mucho más homogénea al achicar el entresurco y sembrar menos plantas por metro lineal”, describe. En las 3.500 hectáreas que Arraiz S.A siembra en Venado Tuerto obtienen promedios de rindes en trigo de 5.500 kg/ha, entre los 12.000 y 13.000 kg/ha en maíz, entre 4.500 y 5.000 kg/ha en sojas de primera y entre 3.000 y 3.500 kg/ha en las de segunda. “Vamos guardando los datos de todas las campañas en la plataforma online de DroneScope.ag. Este año vamos a empezar a comparar las imágenes de vuelo de dron con los mapas de rendimiento. Esperamos con eso cerrar el círculo”, se entusiasma Rodríguez.