“Las trampas confirman lo que se esperaba, ya que las temperaturas invernales diezmaron las poblaciones de Dalbulus y, al no haber maíz guacho ni sembrado, la chicharrita no encontró alimento. Y sabemos que, a las actuales temperaturas, esta especie no se reproduce. Esto plantea una situación inmejorable para las siembras tempranas: no vemos riesgos, es un año como los típicos”, dijo Federico Zerboni, presidente de Maizar. “También es una noticia auspiciosa para las siembras tardías, que arrancarán con una población muy baja, pero tenemos que ser responsables y eliminar los maíces guachos que surjan, para que la situación no se revierta”.
Este tercer informe relevó 77 localidades del NOA, 65 del NEA, 29 del Litoral, 79 del Centro Norte y 137 del Centro Sur del país, además de 10 de Uruguay, en el período del 19 de agosto al 3 de septiembre. El objetivo en los próximos informes, de publicación quincenal, es completar 450 sitios de registro.
Según destaca el tercer informe, el periodo estudiado “se caracterizó por la marcada oscilación térmica (intervalos de altas y bajas temperaturas)”, lo que pudo aumentar el estrés térmico y reducir la sobrevivencia de Dalbulus maidis que habían logrado soportar las heladas del invierno.
Otro punto esperanzador que destaca el informe es que los adultos actuales de Dalbulus se encuentran en la fase final de su ciclo de vida (de 90 días aproximadamente), “lo que implica que los valores podrían continuar disminuyendo, en la medida que no consigan refugio y maíz para alimentarse y reproducirse”. Como “las precipitaciones que ocurrieron en algunas regiones en este último período podrían desencadenar la proliferación de maíces voluntarios”, el informe recomienda la intensificación del monitoreo y la eliminación de esos maíces guachos, “elemento fundamental para el desarrollo de la plaga y del complejo de patógenos causantes del achaparramiento del maíz”.
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