El segmento agrícola en Argentina constituye uno de los principales pilares de la economía y es uno de los grandes generadores de divisas. Un estudio de la bolsa de comercio de Rosario reforzó esta afirmación indicando que 3 de cada 5 dólares de exportaciones del año pasado(1) correspondieron al sector del agro, alcanzando un nuevo pico.
Si bien es un sector en movimiento, durante 2022 la cosecha tuvo algunos desafíos como el aumento de los costos de producción, que acompañó el incremento de los precios de los commodities. Además, se prevé que, durante el 2023, el escenario se intensifique con el agregado de algunas situaciones extras de contexto. De acuerdo a la entidad Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la sequía tendrá un gran impacto en la cosecha (se estima que, por ejemplo, en el caso del trigo será la mitad que el año pasado) afectando la liquidez de los productores(2). Asimismo, una encuesta realizada por la Universidad Austral reveló que un 72 % de los productores manifiestan estar peor que hace un año por las malas condiciones climáticas(3).
La sequía se suma a otros desafíos como la Guerra de Ucrania (que disminuye la oferta mundial de trigo, maíz y otros productos básicos), la Inflación global (las altas tasas de interés ralentizan el consumo y las inversiones) y otros costos generales, que implican la necesidad de controlar el aumento de gastos provocado por la pandemia.
En este contexto de adversidades es cuando los productores agrícolas deben tomar decisiones estratégicas que le brinden la mayor productividad posible. Una mejor eficiencia será la clave para producir más a menor costo, y la incorporación de tecnología en toda la cadena de producción permitiría impulsar procesos más sostenibles, logrando optimizar los recursos disponibles.
A nivel local, el campo es un sector tendiente a incorporar tecnología y el parque de maquinaria agrícola está al nivel de otros países del mundo. Los motores, y por consiguiente los lubricantes, acompañan ese avance para mejorar la eficiencia de combustión y consumo de combustible.
La evolución de las tecnologías en los aceites lubricantes puede hacer una gran diferencia en el rendimiento de las maquinarias. Para lograr este mejor funcionamiento, la marca de lubricantes Mobil recomienda aceites con la nueva generación API CK-4 creada para traer mejoras al campo, como el uso racional del lubricante, lo que favorece a una reducción o descarte de aceite usado y, por consiguiente, la generación de menos residuos de envases plásticos en el medio ambiente.
Entre los beneficios que brinda API CK-4 se pueden enfatizar: más resistencia contra la oxidación, mayor protección contra el desgaste, intervalo de cambio de aceite más prolongado y menos tiempo de inactividad, y rendimiento y durabilidad del motor (respecto a las clasificaciones estándar API anteriores). Además, con la mayor disponibilidad del diésel S10 (que tiene más biodiésel en su composición), la migración a API CK-4 permite ampliar el intervalo entre cambios de aceite, generando ahorros en la gestión de flotas.
En resumen, la tecnología aplicada desde cada componente de una maquinaria hasta en cada paso del proceso productivo, le permitirá al campo incrementar su rendimiento al máximo posible.