El escenario actual posiciona al mercado externo como una oportunidad para resolver el cuello de botella de la economía. Es a la vez un desafío para toda la cadena. Los productos certificados y trazados, acceden a mercados de mayor valor.
Hemos hablado en otras ocasiones sobre la necesidad de agregar valor a nuestros productos primarios debido a que sabemos que el valor se aprecia cuando el producto incorpora innovación, tecnología y calidad en todos sus conceptos. Pero hay una diferenciación adicional, que en muchos casos define el negocio, ya sea porque lo hace viable o porque lo posiciona en precio. La trazabilidad, es la clave. Argentina es productor de alimentos, de forma directa o indirecta el agro llega al consumidor. Los alimentos que cuenten con certificaciones que garanticen inocuidad, cumplimiento de protocolos sanitarios, cuidado del medio ambiente, tendrán, además de mayor valor, acceso a mercados que no podrían ingresar sin esas credenciales
El nuevo consumidor, exige y elije condiciones diferentes a otras épocas. El mundo cambió porque hay una modernidad lógica de los tiempos, la transformación que está ocurriendo en este preciso momento, no nos puede sorprender. En la era de la comunicación, no podemos estar desinformados de lo que pasa y de lo que viene. Todo se trata de información y conectividad.
La trazabilidad, es la clave. Argentina es productor de alimentos, de forma directa o indirecta el agro llega al consumidor.
Nuestro país está en la senda del cambio de recetas que “funcionaban” en el encierro, pero no en el mercado internacional con un público exigente y relaciones de poder distintas. Nos sorprendemos cuando nos exigen protocolos sanitarios que por ejemplo, certifica Uruguay hace años. El mundo del cual Argentina estuvo ajena durante tantos años siguió girando dejándonos con varias vueltas menos.
Las certificaciones no son meras tarjetas de presentación, son nada más y nada menos, que el pasaporte para poder salir al mundo. Un mundo que exige inocuidad certificada, que elije comprar en países y empresas que cuidan el medio ambiente, que proveen bienestar a los animales, entre otras lógicas exigencias.
El mundo del cual Argentina estuvo ajena durante tantos años siguió girando dejándonos con varias vueltas menos.
Debemos ser conscientes, de que tenemos que hacerlo, no solo porque lo exigen los mercados internacionales, si no también, porque es necesario salir del atraso crónico que trasmite a la sociedad toda un estado de conformismo. Fuimos el granero del mundo y pretendemos ser el supermercado del mundo, para eso el camino es producir alimentos que puedan estar en góndolas internacionales, sino solo será otra expresión de deseo que no se fundamenta en acciones reales. Al margen de las crisis coyunturales eternas, la mirada de mediano y largo plazo, debe ser el faro que las empresas de agroalimentos deberán tener como guía.
También el consumidor argentino debe exigir y elegir a quienes garanticen y certifiquen buenas normativas y protocolos oficiales que puedan demostrar procedencia, no pude dar lo mismo, Hacer las cosas correctas debe diferenciar en elección y en valor. El consumidor manda, los productores y toda la cadena deberán estar preparados para la nueva economía. Ese es el camino.
Roberto Guercetti
CEO CONECAR