Mancosem y Carlos Boero Romano son dos empresas cordobesas que se dedican a la multiplicación de semillas de soja para Nidera. Para el desarrollo de esta actividad manejan dos ejes centrales: el seguimiento de un estricto protocolo y la renovación constante de variedades.
“Hoy, con el Covid-19 está muy de moda la palabra protocolo, pero hace años que nosotros convivimos con ese concepto”, exclama Sergio Rubiolo, gerente general de Mancosem, una cooperativa cordobesa que se dedica a la multiplicación de semillas para Nidera. Planeamiento, organización, orden, clasificación y limpieza en cada una de las etapas son algunos de los principales atributos que remarcan a la hora de desarrollar la actividad.
“Nuestra tarea involucra una serie de protocolos. Más allá de que luego interactúen otras variables como el clima o el ambiente, son estos lo que nos permiten lograr una semilla de calidad”, explica el responsable de la cooperativa creada en Oncativo en 1977 y que hoy produce anualmente entre 30 y 50 mil bolsas de semillas fiscalizadas de soja, más otras tantas de trigo.
Esas reglas de procedimiento comienzan con la planificación de la siembra y la elección de los lotes que deben tener como antecesor el cultivo de maíz para evitar cualquier tipo de contaminación. Luego, bajo supervisión estricta de un técnico, se verifica la limpieza de toda la maquinaria y se dispone a la siembra. Más tarde se realizan los primeros conteos de plantas y los distintos monitoreos de malezas e insectos promoviendo el uso de las soluciones necesarias para mantener un cultivo sumamente limpio.
Para el manejo de malezas “se utilizan residuales teniendo en cuenta el cultivo que sigue a ese lote”, detalla Rubiolo y aclara que generalmente controlan malezas en los primeros nacimientos. En lo que hace a insectos, controlan chinches para lograr una mejor uniformidad y que no haya granos con color verde y otros afectados por picaduras.
Antes de entrar a cosecha se comprueba si las condiciones de humedad del lote son óptimas y nuevamente se limpian exhaustivamente todas las máquinas involucradas. “Luego viene un proceso de control, separando en silos individuales las semillas de una misma variedad y enviando las muestras al laboratorio para conocer su pureza varietal”, agrega. “Finalmente, entre julio y agosto, se realiza el proceso de clasificación y embolsado”, relata el ejecutivo de Mancosem, la cooperativa que desde hace más de 15 años multiplica semillas de Nidera, pertenece a la red de distribuidores exclusivos RED.IN y cuenta con 120 socios. “Para todas estas tareas contamos con una moderna planta totalmente automatizada para el tratamiento profesional de las semillas”, aporta.
Santiago Chialvo también multiplica semillas para Nidera y pertenece a la firma Carlos Boero Romano ubicada en San Francisco, Córdoba. “Obviamente que los lotes destinados a producción de semillas tienen un tratamiento diferencial. Se manejan otro tipo de umbrales para la toma decisiones, y si en un lote común se hace una aplicación de fungicidas, acá se hacen mínimo dos. Eso es lo que asegura después una mejor calidad de la semilla”, reconoce.
La elección de variedades
“Siempre tratamos de tener nuevas variedades y las que generan una mayor demanda por parte de los productores”, afirma Chialvo, atento a los datos que surgen de las redes de ensayos. En igual sentido opina Rubiolo. Para ambos, la clave es contar con materiales que van de Grupo 4 a 7. “Lo último que incorporamos fue NS 5030 IPRO STS y NS 6120 IPRO, dos sojas Intacta con las cuales quedamos muy satisfechos”, añade el multiplicador de Oncativo.
El gerente de la cooperativa Mancosem relata su experiencia en un campo de producción ubicado en Diego de Rojas (a 40 kilómetros de Río Primero) donde destinó medio lote a NS 5030 IPRO STS y el otro a NS 6120 IPRO. Al final de la cabecera sembró un material de la competencia para comparar rendimientos. “Todas fueron sembradas entre el 8 y el 10 de diciembre. Pero las variedades de Nidera tuvieron un comportamiento destacado, sacando un diferencial de rinde por arriba de los 6 qq/ha”, exclama.
Posicionada para la región central, el NEA y NOA, la NS 6120 IPRO es una variedad de grupo 6 corto con un excelente comportamiento a mancha ojo de rana y muerte súbita. “Tiene una importante capacidad de ramificación. Con un distanciamiento de hileras de 52 cm, contamos con un promedio de entre seis y siete plantas por metro lineal”, calcula Rubiolo. El rendimiento final se ubicó en 44 qq/ha, “cuando en los campos vecinos nadie pudo alcanzar los 40 qq/ha”, dice.
Por su parte, la NS 5030 IPRO STS no se quedó atrás. “Obtuvimos picos por arriba de 50 qq/hh viendo el monitor de la cosechadora, mientras que el lote promedió los 46 qq/hh. Es una planta que tiene un eje principal con gran carga y mete muchas vainas por nudos. Como recomendación agrícola de planteo de siembra, creo que lo más conveniente es achicar la hilera con un distanciamiento de entre 35 y 40 cm y hacer una siembra entre 10 a 13 semillas por metro lineal”, aconseja.
La firma Romano también logró buenos resultados con la NS 5030 IPRO STS. “Al principio la soja venía muy chiquita. Pasó una segunda mitad de febrero con mucho calor y muy pocas lluvias. Pero cuando nosotros ya estimábamos un rinde de 35 qq/ha, la entramos a cosechar y nos sorprendió dando 10 quintales más”, remarca Chialvo sobre este material de ciclo 5 corto que se destaca por rendimientos superiores en ambientes de media y alta productividad.
Pero para Chialvo la variedad que este último año se ha llevado todas las luces es la NS 5028 STS. Se trata de un material de grupo 5 corto que presenta una gran estabilidad, elevado potencial de rinde y permite la utilización de herbicidas selectivos con la tecnología STS. “Se sembró en un lote de primera a mediados del mes de noviembre con una densidad de 60 plantas por metro cuadrado. Se le aplicaron además los mejores fungicidas en el momento óptimo y tuvimos un rendimiento extraordinario: 50 qq/ha promedio, con picos de hasta 56 qq/ha”, sentencia.
Semillas fiscalizadas
Rubiolo plantea el gran desafío que queda aún pendiente para las empresas multiplicadoras: dinamizar el consumo de semilla fiscalizada entre los productores. “Los números indican que en Argentina el uso de semilla fiscalizada varía entre 15% y 30%, cuando en países como Uruguay, Paraguay, Brasil o Estados Unidos la cifra oscila entre 80% y 90%”, reclama. Chialvo coincide con la demanda y apunta que es una problemática de larga data que impacta de manera directa en el negocio.
El responsable de Manosem y argumenta: “Nuestro trabajo es ofrecer la máxima calidad de semilla a partir la seriedad y responsabilidad con las que ejecutamos la tarea. En la cooperativa tenemos un slogan que abrazamos con todo respeto: “sembrar lo bueno para cosechar lo mejor”.