AGRICULTURA

Agricultura de precisión, capacitación para la nueva frontera de producción

La tecnología y la capacitación para aprovechar sus ventajas son hoy los principales aliados de la rentabilidad. Los jóvenes profesionales están llamados a ser protagonistas de este partido, en el que Argentina tiene mucho para aportar.

Tecnología satelital, drones, digitalización, rendimiento, mapas de producción son eslabones presentes en un concepto más amplio y abarcativo que es la agricultura de precisión. Expresada de manera simple hoy no hay forma de optimizar costos, reducir desvíos y mejorar rendimientos sin esos “fierros” que hoy son el día a día de la actividad agrícola.

Durante la Semana de las Ciencias Agrarias, organizada por la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, se desarrollaron diversas conferencias que tocaron el aspecto tecnológico y la innovación aplicada al proceso productivo.

En la presentación realizada por el Ing. Agr. Daniel Caviglia, docente de esta casa de altos estudios, le habló a los jóvenes que se están formando y que pronto “saldrán a la cancha” para aportarle sus saberes de una industria que demanda, profesionales bien formados y con capacidad de resolver problemas concretos.

Salida laboral

“La agricultura de precisión es hoy en Argentina el mayor demandante de trabajo para los ingenieros agrónomos”, arrancó Caviglia y detalló que en la industria hay una solicitud insatisfecha de profesionales para trabajar en maquinaria agrícola. Esto en un mercado que viene registrando cambios importantes a partir de la innovación y la incorporación de tecnología.

Una definición aceptada mayoritariamente dice que la agricultura de precisión es la aplicación y administración de las distintas tecnologías disponibles de información y comunicación, para la obtención de datos que ayuden a la toma de decisiones de los productores e ingenieros.

En ese sentido, tres acciones orientan el trabajo en esta área: observación, análisis e interpretación de datos y actuación. En el primer caso, es la captura de datos, satélites, drones, datos climáticos, datos de cosecha, muestreo de suelos, fitosanitarios utilizados, que luego pasan a los ingenieros agrónomos; el segundo paso, hacer el análisis y la interpretación; para luego realizar la prescripción, la tercera etapa del proceso.

Pero la realidad difiere de la teoría, lo que muestra el potencial de la actividad para quienes se están formando y capacitando en la Facultad de Ciencias Agrarias.

“Lo que hoy ocurre es que como no hay muchos profesionales, los analistas de sistemas están haciendo análisis e interpretación”, lo que tiene sus contraindicaciones. “Sólo los ingenieros agrónomos podemos realizar análisis e interpretación de datos, y prescribir”, enfatiza Caviglia.

Costos y beneficios

Entre los beneficios de la agricultura de precisión vale recordar que optimiza la utilización de recursos, reduce la aplicación de fitosanitarios, colabora en mitigar el impacto ambiental, reduce las emisiones de gases de combustión y genera una mayor trazabilidad de lotes y productos obtenidos.

Pero también hay limitaciones, que van desde el costo de los equipos; la compatibilidad entre máquinas existentes y nuevos dispositivos; operarios con  conocimiento de manejo de software; una cultura de la innovación escasa, y un relativo descreimiento sobre la veracidad de los datos.

En este punto hay un aspecto medular, pocas veces considerado y es que, según Caviglia no se usa más del 20% de la tecnología disponible, y para ampliar ese horizonte se requiere de capacitación constante.

Además, la agricultura de precisión permite optimizar rendimientos, no sólo a través de lo que se ve en la superficie, sino también en “lo que está en el suelo”.

Así, hoy se utilizan sensores electromagnéticos o conductividad eléctrica, bandas espectrales utilizando imágenes satelitales, drones (UAV) y Big Data, todos recursos que permiten evaluar los atributos del suelo.

Esto es lo nuevo en materia de uso de la tecnología para mejorar la productividad de los cultivos, considerando el suelo en el que se desarrollan. Y es donde Argentina ya está haciendo la diferencia y puede aún incrementarla.