Dos empresas de Entre Ríos describen el cuidadoso trabajo que llevan a cabo a la hora de multiplicar las variedades de soja de Nidera Semillas. Además, un recorrido por los materiales que más prometen en la zona.
El desarrollo genético de una nueva variedad de soja es un proceso largo y costoso. Con técnicas e investigaciones de última generación, Nidera Semillas invierte en un proceso que puede demandar entre seis y siete años hasta que alcanza el producto final. Pero una vez que el material sale al mercado, es de vital importancia no bajar la guardia y cuidar en extremo el proceso de multiplicación para que la semilla llegue a las manos del productor con la más alta calidad.
“Hace casi 20 años que venimos trabajando con Nidera en la multiplicación de sus semillas”, informa Rogelio Ricardo, responsable técnico de COOPAR, una cooperativa agrícola con fuerte influencia en la provincia de Entre Ríos. “El desafío fundamental radica principalmente en la parte técnica, porque el objetivo es lograr una semilla de excelente calidad y que no tenga ningún tipo de contaminación”, agrega el especialista.
Con las mismas condiciones y parámetros de exigencia trabaja la firma Granero SRL, que también posee una relación de larga data con Nidera en la provincia de Entre Ríos, dedicándose en forma exclusiva a la multiplicación de materiales de soja y trigo. “El cuidado comienza con el respeto a las rotaciones. Es decir, siempre los lotes de soja van sobre un rastrojo de maíz. Elegimos los mejores campos. Por suerte estamos sobre molisoles, los mejores suelos de la provincia”, comenta Oscar Albornoz, director técnico de la empresa con más de 30 años de trayectoria en la ciudad de Victoria.
El tratamiento y manejo a campo que reciben las semillas de origen también posee una carga adicional y diferencial. Curasemillas, fertilizantes foliares, pulverizaciones, control de malezas e insectos y un seguimiento pormenorizado del cultivo forman parte de la rutina de ambos multiplicadores. “Fundamentalmente le prestamos mucha atención a problemas de chinche y enfermedades de fin de ciclo”, añade Ricardo. “Al final de la producción, cuando la soja ya está en R7, solemos también hacer una pulverización adicional para chinches que en un lote de consumo generalmente no lo haríamos”, coincide Albornoz.
El momento de la cosecha representa una etapa crucial de la multiplicación, prestando mucha atención al nivel de humedad y al daño mecánico, que no puede ser superior al 10%. En ese sentido, el responsable de Granero SRL asegura que el cuidado “se corresponde por un lado en los tipos de máquinas que utilizamos, que son de primera calidad. Pero otro factor a tener en cuenta es la limpieza que debe tener toda la maquinaria al momento de la cosecha”. La consigna sigue siendo la misma: evitar mezclas con otras variedades que pueden dar origen a contaminaciones y pérdida de calidad.
A partir de allí las muestras se envían a los distintos laboratorios designados por Nidera para su valoración final. “En el standard de calidad se evalúa fundamentalmente que la semilla no presente mezclas y que tenga un poder germinativo superior al 80%”, explica Ricardo. Una vez aprobada, se procede a la clasificación y rotulación para poder entregar a los productores el producto final: la bolsa certificada. “Si algún lote tuvo algún problema puntual, directamente se descarta. No se guardan semillas que no estén dentro de los parámetros requeridos porque la calidad es lo más importante para nosotros”, reflexiona Albornoz.
De esta manera, los multiplicadores de semillas han crecido en profesionalismo, incorporando nuevas técnicas, capacitación y maquinaria de última generación en cada uno de los procesos. Pero gran parte de su éxito sigue radicando en la elección de una buena variedad. “El gran desafío es poder seleccionar un material con altos niveles de rendimiento, que se ajuste a la zona, y sobre todo que muestre estabilidad a lo largo de los años”, considera el director técnico de COOPAR.
“En nuestra experiencia, las sojas que mejor se adaptan a nuestra región son las de Nidera”, confiesa Albornoz, quien junto a un grupo de productores lleva adelante las riendas de Granero SRL. La última gran sorpresa provista por la semillera fue la NS 5028 STS, que desde su lanzamiento ha registrado rendimientos records en toda la región.
Se trata de una variedad del Grupo V Corto que ostenta el mayor rendimiento del mercado con tecnología RR1 y Ligate STS. Es recomendada para lotes de media productividad en la provincia de Buenos Aires y de media y alta productividad en Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba.
“Ya es el segundo año que la hacemos. En la última campaña llegamos a destinar 70 hectáreas para multiplicación y nos fue muy bien. Obtuvimos alrededor de 38 qq/ha promedio con picos de hasta 42 qq/ha”, apunta Ricardo, cuando el promedio general en la zona apenas alcanzó los 24 qq/ha. Sembrada entre el 10 y el 15 de noviembre, el manejo incluyó una mezcla de 90 kilos de fósforo y azufre junto a la aplicación de premergentes para el control de gramíneas y Yuyo colorado. Por último, se hicieron tres controles para chinches y una aplicación de fungicida en R3.
“El control de malezas en una variedad STS te da la posibilidad de utilizar algún herbicida que tenga sulfonilurea, lo que ejerce un mejor control en gramíneas anuales y Rama negra, que en la zona tienen bastante presencia. Además, el material tuvo muy buen despeje, excelente carga y un alto nivel de calidad. Es una variedad muy prometedora que va a andar muy bien en la zona”, opina el asesor de COOPAR.
Pero los resultados en Victoria fueron aún superiores, con un rendimiento promedio que alcanzó el record de 57 qq/ha. “Es un rinde excepcional, de esos que no se ven. Estuvo muy por arriba del parámetro de la zona, que anduvo entre los 30 y 35 qq/ha”, exclama Albornoz. En el caso de Granero SRL, la NS 5028 STS fue sembrada el 28 de octubre en un lote de 45 hectáreas, contando con una fertilización foliar y un barbecho químico con una aplicación de Diclosulam y Sulfentrazone y un graminicida en la premergencia.
La renovación genética que implica la NS 5028 STS para la zona hace ilusionar a ambos multiplicadores. “Apostamos a que cada vez haya más cantidad de semillas fiscalizadas que le aportan al productor un valor agregado”, sostiene Ricardo desde la cooperativa agrícola con más de 60 años de historia, sede en Aranguren y sucursales por toda la provincia.
Albornoz considera que la principal fortaleza de su empresa es respetar al máximo las distintas normas y procedimientos para que en el incremento de la semilla original no se pierda la calidad genética. “Más allá de los volúmenes de venta, si no cumplimos con ese objetivo estaríamos arruinando nuestro propio negocio”, culmina.