El año 2025 presenta una oportunidad única para optimizar cada dólar invertido, especialmente en la fertilización. Tras un 2024 marcado por precios deprimidos y sobreoferta, la clave del éxito reside en escuchar al suelo, entender sus necesidades y planificar con inteligencia.
El diagnóstico del suelo es el primer paso hacia el rendimiento. Un buen muestreo y análisis es fundamental para conocer su estado y evitar gastos innecesarios.
Considerado “constructor silencioso del rendimiento”, el nitrógeno es el nutriente esencial para el crecimiento y rendimiento de los cultivos y su rol es crucial en procesos como la fotosíntesis y la formación de proteínas, componentes esenciales para el desarrollo de hojas, raíces y granos. Por lo tanto, un manejo preciso y estratégico del nitrógeno es fundamental, y fraccionar su aplicación es clave para maximizar su eficiencia y minimizar pérdidas.
Las primeras aplicaciones deben centrarse en pre-siembra o al inicio del ciclo, asegurando que el cultivo tenga un suministro suficiente para su establecimiento, y desarrollo potencial inicial. Posteriormente, se debe reforzar con dosis ajustadas durante el desarrollo activo del cultivo, especialmente en momentos de alta demanda como la floración en maíz y en cereales invernales.
En cultivos como el maíz, más del 50% del rendimiento final está vinculado al suministro de nitrógeno. En 2025, con precios competitivos de nitrogenados, es crucial planificar y particionar aplicaciones, respondiendo a las necesidades de cada lote. En ese sentido, Fronda puede ser un aliado clave para particionar la entrega de nutrientes, coordinar la logística y garantizar que los fertilizantes lleguen cuando y donde se necesiten.
Fósforo y potasio para la sostenibilidad
Con precios relativamente estables, 2025 es el momento de cubrir las necesidades de fósforo y potasio en los cultivos, como así también es fundamental reponer lo que se extrae del suelo, considerando que el fósforo es una inversión a largo plazo para el futuro del lote.
Los micronutrientes, como el zinc y el boro, aunque a menudo olvidados, pueden marcar la diferencia productiva en cultivos de alta extracción o en suelos con deficiencias. Detectar sus carencias y actuar en consecuencia con una dosis pequeña en el momento justo va a potenciar, sin duda alguna, el rendimiento.
Analizando la corriente campaña, si las condiciones climáticas son favorables, los cultivos de gruesa tardíos podrían beneficiarse de aplicaciones adicionales de nitrógeno. Estar preparados con el fertilizante foliar disponible puede ser la diferencia entre un rendimiento promedio y uno extraordinario, FRONDA es esa herramienta.
En un contexto de márgenes ajustados, la eficiencia es clave. Un buen diagnóstico permite ajustar las recomendaciones a cada lote. La fertilización es una inversión que no solo debe buscar nutrir al cultivo, sino que fortalecer y enriquecer todo el agroecosistema. Integrar la nutrición con la bioestimulación es clave para potenciar la eficiencia, mejorar la resiliencia de los cultivos y regenerar la salud del suelo.
En esta mirada integral de nuestros agroecosistemas, IF (Ingeniería en Fertilizantes) propone un esquema de fertilización completo a través de SOLUM y FRONDA. Fertilizantes de eficiencia mejorada que no solo aportan los nutrientes necesarios en el momento y lugar adecuado, sino que también incorporan tecnologías bioestimulantes autóctonas que promueven el equilibrio y la productividad del sistema en su conjunto.
SOLUM es un innovador fertilizante nitrógeno-azufrado líquido con la incorporación de una exclusiva fórmula bioestimulante, que promueve un mayor desarrollo y salud de los cultivos. Esta especialmente diseñado para etapas de alto requerimiento de nitrógeno, recomendado para las fases de desarrollo y crecimiento vegetativo activo del cultivo.
Por su parte, FRONDA es un fertilizante foliar nitrogenado, formulado con un exclusivo bioestimulante, conformado por un consorcio microbiano nativo, sus metabolitos asociados, ác. húmicos y fúlvicos de elevado valor biológico.
Finalmente, desde IF nos resulta importante destacar para este 2025 mirar al suelo con atención, escuchar la vida que late en él y actuar con inteligencia, utilizando las herramientas y estrategias adecuadas para una agricultura eficiente y sostenible.