El estrés calórico es un problema que todos los veranos afecta, en mayor o menor medida, a nuestras vacas lecheras. Debido al incremento en el potencial productivo de los animales y a las mayores temperaturas, consecuencia del efecto del calentamiento global, el manejo del estrés calórico se ha vuelto un desafío cada vez mayor. Tal es así que todos los efectos negativos del calor imponen importantes pérdidas en la productividad de los tambos, tanto en la Argentina, como en todo el mundo.
Las vacas generan calor como consecuencia del funcionamiento de su metabolismo y también lo absorben a partir del medio ambiente. Para mantener su temperatura corporal dentro de un rango normal ellas disponen de varios mecanismos para disipar el exceso de calor (conducción, convección, radiación y evaporación) y de esta manera lograr maximizar su bienestar y potencial productivo. Sin embargo, cuando la temperatura ambiente y la humedad relativa son elevadas, estos mecanismos resultan insuficientes y las vacas alteran su bienestar, entrando en una situación de estrés por calor. Esto afecta negativamente la productividad, tanto en los períodos de altas temperaturas, como en los días o meses posteriores. Tal es así que las consecuencias de un período de estrés pueden superar el veran o y continuar durante los meses de otoño.
Los efectos negativos del calor sobre las vacas son varios e incluyen un aumento en la temperatura corporal y en la frecuencia respiratoria, un menor consumo de materia seca y, así, una menor producción. De acuerdo a los resultados de varias investigaciones, la reducción en el consumo puede llegar a ser de 1 a 3 kg de MS/vaca/día y las pérdidas de producción rondar los 2 hasta 5 l de leche/vaca/día. Junto con estos efectos, las consecuencias negativas del calor sobre la reproducción también están bien documentadas. Períodos de estrés calórico se asocian con una menor duración del celo, menores tasas de concepción, pérdidas embrionarias, abortos y menor calidad de calostro. Además, incrementos en la temperatura corporal también provocan una reducción en la respuesta inmune, un mayor estrés oxidativo y acidosis ruminal. De acuerdo a esto, el estrés por calor afecta negativamente la productividad, la reproducción y la salud de los animales.
Una alta temperatura y humedad limitan los mecanismos de tienen las vacas para mantenerse en su rango de temperatura normal. Ambos parámetros pueden ser combinados bajo un índice llamado Índice de Temperatura y Humedad (ITH), el cual sirve para evaluar el grado de estrés calórico en los animales. Las vacas entran en una situación de estrés cuando el ITH supera el umbral de 68 a 72, siendo 68 el umbral para vacas de alta producción y 72 para vacas de bajo potencial genético. Por lo tanto, el ITH constituye una herramienta para evaluar el grado de estrés y las necesidades de implementar las diferentes estrategias que permiten reducir sus efectos negativos.
Estrategias para combatir el estrés calórico
Proveer un ambiente adecuado para las vacas a través del uso de sombra, refrescado y ventilación, es la primera estrategia que podemos implementar para mitigar el estrés calórico. Sin embargo, cuando estas medidas están implementadas, las herramientas nutricionales cobran importancia.
I.C.E.® (Internal Cooling Elements) es una tecnología de Cargill la cual es una mezcla de aditivos que posee resultados probados en reducir los efectos negativos del estrés por calor. Este es una combinación sinérgica de ingredientes que actúan a nivel celular, manteniendo la estructura de las proteínas que resultan sensibles a los cambios de la temperatura corporal. Como resultado, las células permanecen más hidratadas y las vacas pueden lograr un mejor control de su temperatura durante los períodos de estrés y así reducir los efectos negativos del calor.
I.C.E.® ha mostrado se eficaz en controlar la temperatura de los animales. Esto fue observado tanto en condiciones de pastoreo (Universidad de Missouri), como en vacas lecheras bajo sistemas confinados (Tie-Stall) (Universidad de Lavras) (Gráfico 1). En ambos trabajos, se observó que ante situaciones de alto ITH, la temperatura corporal aumentó, pero en los tratamientos donde se incluyó este producto los aumentos fueron significativamente de menor magnitud. Por lo tanto, la inclusión de I.C.E.® en las dietas logra un menor aumento de la temperatura corporal ante situaciones de alto ITH.
I.C.E.® también ha mostrado tener efectos positivos sobre la performance. En situación de campo, en un tambo comercial en Méjico (2013) y bajo extremas condiciones de calor, la producción de leche cayo. Sin embargo, esta disminución fue menos pronunciada en el grupo de vacas que recibieron I.C.E.®, siendo la diferencia promedio de 2,5 l/VC/d entre este tratamiento y el control (Gráfico 2). Una situación similar se observó en un trabajo realizado en la Universidad de Pelotas, Brasil (Frank et al., ADSA 2017), donde la producción de leche del grupo de vacas que recibió I.C.E.® fue 2,2 l /VC/d mayor que el control. Desde el punto de vista de la reproducción, esta tecnología también ha mostrado beneficios. Así ; en una prueba desarrollada en un tambo comercial en U.S.A. las vacas alimentadas con I.C.E.® tuvieron mejor expresión de celo y mayor tasa de concepción al primer servicio (Gráfico 3) que el control. Por lo tanto, I.C.E.® permite reducir los efectos negativos del calor, mejorado tanto la producción, como la reproducción.
I.C.E.® es una combinación de ingredientes que ayudan a mantener a los animales en un mejor estado de hidratación frente a situaciones de estrés calórico. Investigaciones realizadas tanto en Universidades, como en situaciones de campo, han demostrado que su inclusión en las dietas permite mitigar los efectos negativos del calor en las vacas, logrando reducir la temperatura corporal, aumentar la producción y mejorar la reproducción.
Gráfico 1: Efecto del I.C.E.® sobre la temperatura corporal en vacas lecheras confinadas (Tie-Stall). Universidad de Lavras, Brasil (2011)
Gráfico 2: Efecto del I.C.E.® sobre la producción de leche (Dry Lots). Tambo comercial, Méjico (2013)
Gráfico 3: Efecto del I.C.E.® sobre la tasa de concepción al primer servicio en condiciones de estrés calórico. Tambo comercial, U.S.A. (2009).
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